Acerca de la película
Hablar de cine y de jazz y no hablar de Woody Allen sería un error gordo. Es harto sabido que su música favorita es el hot jazz, el swing, el dixieland, y que además de director de cine, Woody Allen es clarinetista. Empapa todas sus películas de la música que ama. Pero su dedicatoria más clara al jazz, a la par que a sí mismo, según la crítica de Los Angeles Time, es Acordes y Desacuerdos.
La película combina entrevistas propias de un documental con un bonito despliegue de rodajes en interiores y exteriores para darle vida a un carácter ficticio y legendario que en la historia se equipara y se mide con el guitarrista francés Django Rheinhardt.
Acordes y Desacuerdos describe con precisión la estética de la era del jazz y nos recrea con buenas sesiones de música: supuestos conciertos de la leyenda ficticia y jam sessions privadas en Chicago que nos evocan dulcemente la esencia de aquellos tiempos cuando los “inventores” del jazz se trasladaron a aquella metrópolis. A nivel musical es un buen homenaje a Django Rheinhardt y cuenta con estándares y temas del propio Django, pero también de Duke Ellington y algunos de los grandes éxitos del Tin Pan Alley. Nos encontramos en la América de los años 30, donde Emmet Ray es un prestigioso del jazz, un guitarrista magistral al que únicamente le obsesiona un hombre: el legendario Django Reinhardt. No obstante, cuando Emmet baja del escenario se transforma en un hombre arrogante, patán y mujeriego, el cual bebe en abundancia y disfruta disparando a las ratas. Con todo ello sabe que es un músico de jazz con extremado talento, pero que la vida que lleva de jugador y bebedor, junto a su tendencia a meterse en líos y su incapacidad para comprometerse, le impiden alcanzar la cima profesional y sentimental. Un buen día conoce a Hattie, una joven muda con la que iniciará una historia de amor, relación demasiado seria para su gusto.
Director: Woody Allen